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NOTICIA 05

EDITORIAL

Noticia 5

por El Tablero del Caribe: Argentina se Afianza con Washington mientras Rusia y Nicaragua Cimentan un Eje de Resistencia en Venezuela

El Tablero del Caribe: Argentina se Afianza con Washington mientras Rusia y Nicaragua Cimentan un Eje de Resistencia en Venezuela

 

La Solidificación de los Ejes Geopolíticos en la Crisis Venezolana

 

A noviembre de 2025, la prolongada crisis entre Estados Unidos y Venezuela ha evolucionado más allá de un conflicto bilateral para convertirse en el epicentro de una reconfiguración geopolítica hemisférica. La escalada de la administración Trump, caracterizada por la intensificación de las operaciones navales en el Caribe  y la persistencia de duras sanciones sectoriales , ha provocado un punto de inflexión. Las operaciones marítimas de Washington, justificadas como una ofensiva antidrogas, son percibidas por Caracas y sus aliados como una amenaza militar directa, especialmente mientras los asesores de la Casa Blanca exploran justificaciones legales para considerar al mandatario Nicolás Maduro como un “objetivo legítimo”.   

Esta presión máxima ha forzado una cristalización de las alianzas regionales. El conflicto ha dejado de ser un debate sobre la democracia venezolana para transformarse en un test de lealtad geopolítico que ha polarizado a las naciones latinoamericanas, fracturando cualquier pretensión de una política exterior regional unificada.   

Este informe analiza la consolidación de dos bloques de poder antagónicos que han formalizado sus posiciones en 2025. No se centra en la disputa directa Caracas-Washington, sino en las acciones de sus aliados clave, que han movido su apoyo del terreno retórico al de los acuerdos vinculantes.

Por un lado, se examina la consolidación de Argentina como el principal socio estratégico de Estados Unidos en la región. Esta es una alineación cimentada no solo en la afinidad ideológica entre las administraciones de Trump y Milei, sino en una dependencia financiera explícita y una creciente integración en materia de seguridad.   

Por otro lado, este reporte detalla la “contraparte”: la respuesta coordinada y formalizada de la Federación Rusa y Nicaragua. Mediante la ratificación de tratados de asociación estratégica y cooperación militar , Moscú y Managua han establecido un eje de resistencia militar y diplomática. Esta maniobra busca contrarrestar la influencia estadounidense, proteger los activos rusos en Venezuela y transformar el Caribe en un escenario de lo que ya se describe como una “nueva Guerra Fría”. Las acciones de 2025, por lo tanto, representan la institucionalización de estos dos bloques contendientes.   

Sección 1: El Eje Washington-Buenos Aires: La Alineación Estratégológica de Argentina

El alineamiento del gobierno de Javier Milei en Argentina con la administración de Donald Trump en Estados Unidos se ha convertido en la piedra angular de la política exterior de Washington en América Latina. Esta relación ha trascendido el simple apoyo diplomático para convertirse en una asociación estratégica fundamental, definida por incentivos financieros sustanciales a cambio de una lealtad ideológica y de seguridad incondicional.

1.1 La Recompensa de la Afinidad Ideológica: Finanzas y Diplomacia

La política de la administración Trump hacia América Latina en 2025 se ha definido como una “prioridad” estratégica. Esta doctrina ha abandonado el pragmatismo tradicional en favor de una agenda basada en la “afinidad ideológica”. Este enfoque divide drásticamente el hemisferio: recompensa a aliados percibidos como ideológicamente alineados, como Argentina y El Salvador, mientras redobla la hostilidad hacia adversarios como Venezuela, Cuba y Nicaragua.   

Argentina se ha convertido en el caso de estudio de esta política. En un gesto de alto perfil diplomático, el presidente Javier Milei fue “recibido con honores en la Casa Blanca”. Este cálido recibimiento contrasta directamente con la retórica beligerante reservada para Caracas. Casi simultáneamente a la recepción de Milei, la administración Trump anunció la autorización de nuevas misiones encubiertas de la CIA y la evaluación activa de ataques aéreos contra infraestructura en Venezuela vinculada al narcotráfico, tras denunciar como fraudulenta la reelección de Nicolás Maduro.   

Este apoyo ideológico se materializa en un crucial auxilio financiero. Pocos días antes de la visita de Milei, Washington anunció una línea de intercambio de divisas (swap) de hasta $20,000 millones de dólares para estabilizar y respaldar el asediado plan económico del gobierno argentino.   

Esta relación, sin embargo, es explícitamente transaccional. El apoyo financiero de Washington no es incondicional; está ligado al éxito político interno y al continuo alineamiento de Milei. El propio presidente Trump condicionó el apoyo futuro al resultado de las elecciones legislativas argentinas del 26 de octubre, advirtiendo públicamente: “Si él pierde, no seremos generosos con Argentina”.   

El paquete de $20 mil millones funciona como la herramienta de poder blando que complementa el poder duro (el despliegue naval ) desplegado contra Venezuela. La política de Trump es un “palo y zanahoria” a escala continental: el auxilio financiero masivo para Argentina es la “zanahoria”, y la amenaza militar contra Venezuela es el “palo”. El apoyo de EEUU a Argentina no es altruista; es una inversión estratégica para asegurar un aliado clave en un continente donde Washington percibe una creciente “rivalidad global” con China  y la presencia rusa. La afinidad ideológica de Milei  le da a Washington un socio confiable para contrarrestar estas influencias, mientras que Argentina, con vastas reservas de litio , necesita desesperadamente el capital. Por lo tanto, el alineamiento de Argentina en el tema de Venezuela  no es la causa de la alianza, sino una consecuencia y la prueba de lealtad requerida para mantener esta relación financiera.   

1.2 Del Consenso Diplomático a la Integración de Seguridad

Este alineamiento ideológico y financiero se ha cimentado con una integración tangible en el ámbito de la seguridad. Durante el último año, Argentina ha sido un pilar del apoyo diplomático a la postura estadounidense. El país figura explícitamente como una nación que apoya la posición de EEUU en la crisis de 2025. Esta postura se basa en acciones previas, como la firma de Argentina en declaraciones conjuntas (incluida la Declaración de Santo Domingo de 2024), que instaban a la “sensatez y la cordura en Venezuela” junto a Estados Unidos y otros aliados regionales e internacionales.   

Sin embargo, en 2025, esta cooperación ha dado un paso crítico de la diplomacia a la “entrega” de capacidades de seguridad. El movimiento más significativo fue el anuncio de la integración de Argentina a una “alianza de patrullaje naval en Medio Oriente liderada por Estados Unidos”.   

Aunque geográficamente distante del conflicto venezolano, esta participación militar es la señal más fuerte de la subordinación y el alineamiento global de Buenos Aires con Washington. Al comprometer activos militares en un teatro de operaciones global de EEUU, Argentina está señalando a Washington—y, de manera crucial, a Moscú y Beijing—que su alineamiento es global, no solo regional.

Esta integración de seguridad es la contraprestación militar por el salvavidas financiero de $20 mil millones. Un simple apoyo diplomático  es de bajo costo. Un paquete financiero de esa magnitud requiere una justificación política en Washington. La integración militar argentina  proporciona esa justificación, demostrando que Argentina no es solo un receptor de ayuda, sino un socio activo que contribuye a los objetivos de seguridad global de EEUU. En este contexto, el apoyo de Argentina contra Venezuela  se convierte en la justificación hemisférica para una alianza que, en realidad, es de naturaleza global y financiera.   

Sección 2: La “Contraparte”: Rusia y Nicaragua Refuerzan el Bastión de Caracas

En respuesta directa a la creciente presión militar y económica de Estados Unidos, una “contraparte” coordinada, liderada por la Federación Rusa y apoyada por Nicaragua, se ha movilizado para cimentar la defensa de Venezuela. Esta respuesta no consiste en acciones aisladas, sino en una estrategia de bloque deliberada, formalizada a finales de 2025, diseñada para contrarrestar la presión estadounidense, proteger las inversiones rusas y proyectar el poder de Moscú en el hemisferio occidental.

2.1 El Ancla Rusa: El Tratado de Asociación Estratégica con Venezuela

El evento central que define este eje es la formalización de la alianza Moscú-Caracas. En octubre de 2025, la Duma Estatal de Rusia aprobó el “Tratado de Asociación Estratégica y Cooperación con Venezuela”.   

La cronología de este tratado es fundamental. Fue firmado por los presidentes Vladímir Putin y Nicolás Maduro en mayo de 2025 y ratificado por ambas naciones en un “proceso sincronizado” que culminó en octubre , coincidiendo precisamente con el apogeo de la escalada naval de Estados Unidos en el Caribe.   

La retórica que acompaña al tratado subraya su naturaleza geopolítica. El presidente de la Duma Estatal rusa, Viacheslav Volodin, lo describió como “un paso concreto hacia… la edificación de un mundo multipolar”. De manera más directa, el ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, destacó que el documento “llega en un momento de presión sin precedentes sobre Venezuela”, reafirmando el apoyo de Moscú.   

Este no es un acuerdo menor; es una alianza integral que blinda la relación bilateral en todos los frentes :   

  • Político: Establece el rechazo mutuo a las “medidas coercitivas unilaterales”, considerándolas una violación de la Carta de la ONU.
  • Económico y Energético: Amplía la cooperación en sectores vitales como el petróleo, la minería y la energía nuclear.
  • Seguridad y Defensa: Este es el pilar clave. El tratado formaliza la cooperación en “seguridad”, “control de armamentos”, “desarme” y “defensa y tecnología militar”. Confirma explícitamente proyectos estratégicos, como la finalización de la fábrica de municiones para fusiles Kaláshnikov en territorio venezolano.   

Este tratado es, en efecto, la base legal que Moscú utiliza para justificar una intervención y un apoyo material más profundos. Es una invitación formalizada de Caracas a Moscú para defenderla. Mientras Estados Unidos busca una justificación legal interna para eludir el derecho internacional y atacar , Rusia responde utilizando el derecho internacional—un tratado bilateral soberano—como su escudo. El tratado redefine la presencia militar rusa en Venezuela; ya no son simplemente asesores, sino aliados estratégicos bajo un pacto formal. Por lo tanto, cualquier ataque estadounidense a activos venezolanos ahora protegidos por Rusia podría ser interpretado por Moscú como un ataque a un aliado de tratado, elevando drásticamente el coste y las implicaciones de la intervención.   

2.2 La Dimensión Militar: De la Cooperación a la Disuasión Estratégica

El contexto de la firma del tratado es el de una “nueva Guerra Fría” militarizada en el Caribe. Estados Unidos ha desplegado aproximadamente el 15% de su flota naval en la región  y ha llevado a cabo bombardeos de supuestas “narcolanchas”, acciones que han resultado en un número de víctimas mortales estimado entre 66 y 70 personas. Rusia, por su parte, ha denunciado esta “presión militar excesiva”  y el “uso excesivo de la fuerza”.   

En respuesta a esta amenaza existencial, Nicolás Maduro solicitó urgentemente asistencia militar a sus aliados. Según informes de The Washington Post, Maduro habría pedido a Rusia, China e Irán “unidades de misiles, sistemas de radar y la reparación de varios aviones de combate rusos” ya en servicio. El Kremlin ha respondido públicamente confirmando que mantiene “comunicación diaria y permanente” con Caracas  y que existen “obligaciones contractuales” que cumplirá.   

La respuesta material de Moscú sigue una estrategia de disuasión de dos niveles:

  1. Disuasión Táctica: Rusia ha confirmado la entrega de sistemas de defensa aérea Pantsir-S1. Estos sistemas son capaces de interceptar drones, helicópteros y misiles de crucero de vuelo bajo. Su propósito es hacer que una invasión o un ataque aéreo sean prohibitivamente costosos, complementando los activos de origen ruso ya existentes en Venezuela, como los cazas Sukhoi Su-30MK2 y los sistemas antiaéreos S-300VM.   
  2. Disuasión Estratégica: La principal preocupación en Washington se centra en la escalada asimétrica. El legislador ruso Aleksey Zhuravlyov ha insinuado públicamente la posibilidad de que Rusia suministre misiles avanzados, como los misiles de crucero Kalibr y, de manera más alarmante, el misil hipersónico Oreshnik. El Oreshnik es descrito como “imposible de interceptar” y, según los informes, posee un alcance operativo de hasta 5,000 kilómetros. Un despliegue de este tipo en Venezuela le permitiría alcanzar una parte significativa del territorio continental de Estados Unidos.   

Esta maniobra es una repetición deliberada de la dinámica de la Crisis de los Misiles de Cuba. Rusia no necesita desplegar físicamente el Oreshnik; la mera amenaza creíble de hacerlo es suficiente para alterar radicalmente el cálculo estratégico de Washington. Mientras Estados Unidos domina el Caribe convencionalmente, Rusia utiliza una disuasión asimétrica. Comunica a la Casa Blanca que, aunque pueden hundir lanchas , un intento de cambio de régimen por la fuerza podría resultar en la instalación de misiles hipersónicos en su “patio trasero”.   

2.3 El Vértice Nicaragüense: La Expansión del Eje Euroasiático

El papel de Nicaragua es crucial y complementario en esta estrategia. Managua no es solo un partidario diplomático de Venezuela  y Rusia , sino que se ha consolidado como un socio militar activo de Moscú en Centroamérica.   

En una demostración de fuerza diplomática coordinada, casi simultáneamente a la ratificación del tratado con Venezuela, Rusia firmó un “acuerdo intergubernamental de cooperación militar” con Nicaragua en octubre de 2025. La firma de dos pactos militares en la misma región y en el mismo mes es una señal inequívoca del establecimiento de un bloque militar formalizado.   

El contenido del acuerdo con Nicaragua es diferente pero complementario al de Venezuela. Su objetivo es el “desarrollo de la cooperación militar a largo plazo”  y se centra en:   

  • Intercambio de información y coordinación contra amenazas.
  • Lucha contra el terrorismo y la piratería.
  • Cooperación en defensa radiológica, química y biológica (QBR).
  • Cooperación en “seguridad de la información”.
  • El establecimiento de un “grupo de trabajo” anual para elaborar planes militares conjuntos.

Este nuevo acuerdo se construye sobre una presencia rusa ya establecida en Nicaragua, que incluye tropas rusas en el terreno  y, según informes del Comando Sur de EEUU, un “centro de ciber-guerra y entrenamiento” en el edificio estatal de telecomunicaciones en Managua.   

Los dos acuerdos firmados por Rusia en octubre de 2025 revelan una estrategia dual sofisticada. Venezuela y Nicaragua juegan roles distintos pero integrados.